Este mes nuestro boletín se centra en las expectativas, lo cual parece muy apropiado puesto que sustenta gran parte de lo que sucede en esta época del año. Sea en reuniones familiares, tradiciones, en la entrega de regalos, o en los propósitos de Año Nuevo, las expectativas cumplidas o aquellas que no lo son, a menudo se convierten en un silencioso juez del éxito o del fracaso.
Cuando mi hijo autista era un niño, las reuniones familiares en vacaciones eran a menudo dolorosas para él. El olor a gelatina de menta le daba arcadas, oír múltiples conversaciones a la vez le hacía taparse los oídos, y demasiada gente en una habitación lo inquietaba. Odiaba ser abrazado o tocado inesperadamente, y las preguntas de los familiares le daban ansiedad. Sin embargo, él quería a esos familiares y ellos le querían a él. Como su madre, sentía imposible reconciliar las expectativas tan distintas de mi hijo autista, sus hermanos y resto de familia junto con mi deseo de tener una celebración alegre para todos.
Muchos años después nuestras celebraciones familiares lucen diferentes. Seguimos teniendo grandes reuniones, pero mi hijo autista, que ahora tiene 25 años, elige cuándo y cómo participa. Se une cuando se siente cómodo y nadie espera que vaya más allá de lo que puede tolerar. La carga de las expectativas se ha aliviado para nuestra familia y somos capaces de disfrutar las vacaciones sin la frustración ni el desaliento de las innecesarias expectativas impuestas en el pasado.
Entonces, ¿Qué son las expectativas y por qué las tenemos?
Las expectativas son las creencias que tenemos sobre lo que debería suceder o sucederá a nosotros mismos o a otros. Pueden ayudarnos a motivarnos, a establecer metas y a desarrollar nuestra confianza en nosotros mismos. Los problemas surgen cuando expectativas elevadas conducen a suposiciones incorrectas y nos frustramos con nosotros mismos o con los demás.
Ya sea pensando en las expectativas diarias o incluso en las expectativas en torno a elecciones en la vida. ¿Cómo podemos evaluar nuestras expectativas y encontrar nuestras prioridades? Muy a menudo adoptamos expectativas inconscientemente sin pensar y nos convencemos de que “así hay que hacer las cosas”. Pregúntate a ti mismo:
- ¿De dónde viene esta expectativa? ¿Es importante para mí o lo es para otros?
- Si es importante para ti pero la expectativa causa dificultades, ¿Es necesaria?
- Si es necesaria, ¿Se puede modificar de manera que alivie el reto y aún así se logre el objetivo?
Por ejemplo, si la expectativa de familiares y amigos es que todos interactúen entre sí, y la persona autista también quiere participar de la celebración, pero estar cerca de sus familiares todo el día causa angustia, ¿Qué pasaría si damos un paso atrás para analizar el verdadero asunto de esa expectativa? Si se supone que ayuda a las personas sentirse conectadas, ¿Cómo podría funcionar eso para todos las personas implicadas? Cuando cambié mi expectativa de las vacaciones para que la gente pudiera unirse en diferentes intervalos de tiempo, unos juegan, otros sacan al perro a pasear… todos parecían mas relajados y era mas probable que se hicieran vínculos positivos.
Cuando identificamos lo qué es realmente importante para nosotros, podemos pensar creativamente sobre cómo se pueden modificar las expectativas para captar lo que se desea al mismo tiempo que se disminuyen los elementos que causan dificultades o daño. Esto nos ayuda a crear espacios donde nosotros mismos podamos ser auténticos y hacer espacios para que otros hagan lo mismo.
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